Siguen escribiendo los lectores de Diario Libre sobre el tránsito, los tapones y los accidentes. De las quejas por la incomodidad de los atascos han pasado en sus correos, a reconocerse asustados cuando salen a las calles.
De la pérdida de tiempo de hace unos meses, con la consiguiente merma en la productividad en estudios y trabajo, hemos pasado al temor a tener un accidente por el mero hecho de salir a hacer las diligencias cotidianas.
Nadie, venimos insistiendo desde hace años en este periódico, parece sentirse responsable de atajar, o al menos intentarlo, la agresividad creciente de los motoristas, la inconsciencia de los patanistas y los continuos desmanes de los conductores con prisa y sin conocimiento del código de circulación.
Las soluciones propuestas: inversiones millonarias a larguísimo plazo o un sistema de semáforos que ha terminado en los tribunales y pinta ser uno de los escándalos más sonados de esta administración.
Mientras tanto, salir a la calle empieza a provocar temor y en cierta manera, ira. No podemos seguir así y el Gobierno tiene que dar una respuesta.