1. Americano.
El continente que un 12 de octubre de 1492 fue descubierto por Cristóbal Colón se llama América, territorio compuesto por más de treinta países, uno de los cuales es Estados Unidos. Cada uno de esos territorios posee un gentilicio particular o identificatorio para nombrar a los allí nacidos: dominicano (República Dominicana), cubano (Cuba), mexicano (México) y, por supuesto, estadounidense (Estados Unidos), entre otros. Y, naturalmente, cuando del continente en general se trata, lo más lógico y acorde con la configuración morfológica de los gentilicios, es que a sus naturales lo llamen, y ellos mismos se autodenominen, americanos.
Sin embargo, desde tiempos inmemoriales, entre los nativos de los Estados Unidos cunde la práctica de llamarse a sí mismos americanos y no estadounidense, que sería la forma válida y apropiada, convencidos, quizás, de que debido al sello imperial de su patria y al inmenso poder político y económico que esta ejerce sobre los demás pueblos de América, Estados Unidos, más que un país parte de este continente, es el continente mismo. Lo mismo se piensa cuando al mencionar el nombre de este país se le añade al final el complemento de América: Estados Unidos de América. Merced a este falso o erróneo parecer, debe quedar claro: América es América y Estados Unidos es Estados Unidos.
Pero no solo ellos. Los nativos de los demás pueblos que conforman la extensa y continental superficie americana, movidos, talvez, por un sentimiento de subalterna y acomplejada adhesión, también suelen usar la voz estadounidense como sinónimo de americano. Ellos también están muy equivocadamente seguros de que uno y otro gentilicio significan exactamente lo mismo.
2. Norteamericano.
Algo igual o parecido a lo anterior sucede con el gentilicio norteamericano, el cual vale para designar a todos los naturales de América del Norte (México, Estados Unidos y Canadá); pero que de manera excluyente o discriminatoria solo se les asigna a los nacidos en los Estados Unidos. Visto así, tan norteamericano es un mexicano y un canadiense como un estadounidense. El fenómeno ha operado tan profundamente en la conciencia de los hablantes americanos, que en el caso que nos ocupa, pienso que hasta muchos mexicanos y oriundos de Canadá, debido al impacto del uso, también están convencidos de que norteamericanos solo los estadounidenses, no ellos. Así logré comprobarlo durante mi breve estadía en México, hace ya varios, en una amena conversación con un taxista de allí:
– «Los norteamericanos son seres raros» – me dijo – en obvia alusión a los habitantes de su vecino país.
– «No sabía que ustedes, los mexicanos, eran así» – le respondí – para ver su reacción.
– «No, no… me refiero a los de los Estados Unidos» – aclaró enseguida.
«estadounidense – apunta al respecto el académico y lexicógrafo español, Manuel Seco (1928 – 2021), en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española – es más propio este adjetivo que norteamericano y, más que americano, que corresponden, respectivamente, a toda América del Norte (no solo Estados Unidos) y a todo el continente americano…» (1986: 186). En la relación con el nombre América, en el Diccionario Panhispánico de dudas se lee que «Debe evitarse la identificación del nombre de este continente con los Estados Unidos de América, uso abusivo que se da sobre todo en España…» (2005: 14).
Y sobre el gentilicio norteamericano, prescribe el precitado lexicón lo siguiente :
«Está muy generalizado, y resulta aceptable, el uso de norteamericano como sinónimo de estadounidense, ya que, aunque en
rigor el término norteamericano podría usarse igualmente en alusión a los habitantes de cualquiera de los países de América del Norte o Norteamérica, se aplica corrientemente a los habitantes de los Estados Unidos. Pero debe evitarse el empleo de americano para referirse exclusivamente a los habitantes de los Estados Unidos, uso abusivo que se explica por el hecho de que los estadounidenses utilizan a menudo el nombre abreviado América (en inglés, sin tilde) para referirse a su país. No debe olvidarse que América es el nombre de todo el continente y son americanos todos los que lo habitan» (Ídem, p. 274).
O como de manera enfática aclara nuestro humanista, poeta y expresidente de la Academia Dominicana de Lengua, Mariano Lebrón Saviñón (1922 – 2014):
«Es pues, un error, llamar americanos, a secas, a los nativos de los Estados Unidos de Norteamérica, y aún yerra quien los llama norteamericanos, prescindiendo de México y Canadá. Yo soy tan americano como los estadounidenses» (Usted no lo diga, 2008 :32).
Como podrá apreciarse, en el uso de los adjetivos gentílicos americano y norteamericano, lo que se rechaza es que se apliquen de manera exclusiva para referirse a los naturales de los Estados Unidos, toda vez que semejante proceder lingüístico resulta a todas luces excluyente, por cuanto tales denominaciones no se aplican por igual para aludir a los moradores del continente americano en general y de los de América del Norte en particular.