Cuando faltan apenas cinco meses para la celebración de las elecciones presidenciales y congresionales de la República Dominicana, y solo dos meses para las municipales, los candidatos se tornan cada vez más intensos en sus pronunciamientos y sus estrategias para convencer a los votantes.
Pero contrario a lo que fuera preferible, que aquellos que aspiran a dirigir los destinos del país nos presenten ideas y planes concretos de cómo mejorar la nación, los candidatos se limitan a hacer promesas imposibles de cumplir y, muchas veces, fundamentadas en el populismo más barato posible.
¿Tiene usted señor aspirante una varita mágica para, en un abrir y cerrar de ojos, bajar los precios de la comida, de los servicios y de la vivienda? Todos sabemos que no, pero es más fácil vender espejitos, aun en pleno 2023.
La República Dominicana necesita más debates reales y más ideas concretas de cómo mejorar los problemas que afectan al país.
Y tratar de resolver los problemas básicos de la nación, esos mismos que nos golpean desde hace más de cuatro décadas, y que muchos se atreven a asegurar que resolverán… pero nunca lo hacen.