Cualquiera creería que las historias de espías se acabaron con el fin de la Guerra Fría. Al menos como nos las cuentan en el cine.
Pero en la vida real hay espías, contraespías y jefes de espías. La historia del espía Manuel Rocha tuvo mal final para él y causó ayer una fuerte impresión en nuestro país por los fuertes lazos de amistad tejidos a lo largo de varias décadas. Como servidor del gobierno de los Estados Unidos en diferentes cargos y como asesor y cabeza de importantes empresas de fuerte implantación e importancia. Además, su matrimonio con una ciudadana dominicana le facilitó la nacionalidad y el pasaporte de la República y le permitió moverse en países en los que la libreta estadounidense no era adecuada.
Pasar información privilegiada de inteligencia y política exterior estadounidense a Cuba o China es en estos momentos de tensión geopolítica mundial un delito grave para Washington.
Un afable diplomático norteamericano, ya retirado en Florida, con amigos en el país de diferentes círculos y edades ha sido detenido y acusado de graves delitos: historias de espías.