Los aniversarios son momentos propicios para echar la vista atrás. Este mes se cumplen diez años de la publicación del Diccionario del español dominicano. Un 14 de noviembre nos llegó al equipo redactor el primer ejemplar impreso. Tras cinco años de trabajo fue emocionante tener el resultado entre las manos en forma de libro. Durante estos diez años hemos llevado nuestro DED (que así, por sus siglas, solemos llamar los lexicógrafos a los diccionarios) desde el ámbito académico a las escuelas; lo hemos presentado en San Millán de la Cogolla, un lugar mágico donde se registraron algunas de las primeras palabras en español; también a Tréveris, una de las ciudades más latinas de Alemania. Lo compartimos con los dominicanos que viven en San Juan de Puerto Rico, Miami, Nueva York o Madrid. Fue recibido con aprecio y con orgullo por los dominicanos, que se sentían identificados con las palabras que leían en sus entradas, aquellas que los vinculan con su origen, con su cultura y con la de los suyos. Como lexicógrafa recuerdo especialmente a la madre dominicana residente en los Estados Unidos que me comentó cómo con el DED pudo por fin enseñarles a sus hijos, nacidos y criados fuera de la República Dominicana, que las palabras que ella utilizaba eran patrimonio común de todos los dominicanos.
Los aniversarios son momentos propicios para echar la vista atrás, pero, cuando de diccionarios se trata, son momentos también en los que es imprescindible mirar hacia delante. No hay un diccionario infalible; tampoco existe uno eterno. Y el nuestro no lo es. Ha envejecido con dignidad, pero ya estamos a las puertas de culminar una segunda edición que lo remozará en el fondo y en la forma para que siga al servicio de los dominicanos y de todos los hablantes de español. Que ustedes y yo lo veamos.