Amo este país, país de clima agradable, gente cordial, alegre, solidaria y hospitalaria donde llegué hace 47 años y he podido realizarme como mujer y educadora, y emprender grandes proyectos educativos, familiares y cosechar valiosas amistades.
Llegué en 1975, desde mi país natal Argentina, y hoy puedo decir orgullosa que mi querida República Dominicana es mi segunda patria.
Amo este país porque reina un espíritu de paz y tranquilidad, de gente laboriosa que enfrenta su día a día con una sonrisa. Amo este país, porque es donde nacieron mis nietos Fernanda y Lorenzo, a quienes como abuela les he trasmitido el profundo respeto y agradecimiento a la República Dominicana.
He tenido la satisfacción de sembrar mis ideas y construir grandes proyectos, cada uno con la generosidad y confianza de muchas personas. Estos proyectos se transformaron en espacios maravillosos para la educación integral de muchas generaciones que tuve el privilegio de educar. Se trata de mi “Taller de Arte y Francés”, iniciado en 1984, con toda una línea innovadora de educación que ha sido reconocida gracias a la confianza depositada de tantas madres y padres que apostaron por educar a sus hijos en el taller.
Mis 17 años en el colegio Saint George me ayudaron a conocer aún mejor este país, una experiencia que atesoro con el mayor de los cariños.
Sin dudas han sido 47 años disfrutados a plenitud en la República Dominicana, esta segunda patria desde donde organicé catorce campamentos en Francia con niñas, niños y jóvenes del taller y otras escuelas, han sido decenas de estudiantes con las que partimos a practicar el francés, conociendo la cultura de Francia, otra prueba de la confianza de tanta gente maravillosa que puso en mis manos el cuidado de sus hijas e hijos.
Luego de estos 47 años de vida en esta isla de personas nobles y trabajadoras, solo me queda decir ¡gracias, República Dominicana por tanto!, estaré eternamente agradecida de que la vida me pusiera en “un país en el mundo colocado en el mismo trayecto del sol”. (Pedro Mir).