El tratamiento, cordial y cálido, dado por el presidente Biden en Washington a su colega dominicano, Luis Abinader, despejó cualquier duda sobre el estado de las relaciones entre la RD y los EE.UU. Se cayó, de paso, el argumento de que los tres años sin embajador norteamericano en el país obedecen a un reproche, o a disgusto porque establecimos relaciones diplomáticas con China.
Nada que ver, sino que es parte de otrosproblemas en la diplomacia norteña, venida a menos en lo tocante a la América Latina y el mundo. Tampoco hay embajador en Colombia, Haití, Ecuador, Guatemala o Barbados, por ejemplo. A quien venía originalmente para la RD lo destinaron a las Bahamas, pero su nombramiento lleva ya dos años empantanado en el Senado.
Chile se pasó tres años y medio con un chargé d’affaires ad interim. Probado que no somos los únicos con embajadas acéfalas ni se nos ha castigado. La ausencia de un embajador no implica diplomacia muerta.
El servicio exterior norteamericano cuenta con profesionales de primera línea que suplen con creces hasta la inexperiencia de los embajadores políticos, como suele ocurrir en Londres y París, embajadas codiciadas por los grandes donantes. La tarea la hacen diplomáticos de carrera aunque no haya jefe de misión.