Un domingo en la tarde noche. Un noticiero de televisión. No importa el canal. Las notas informativas se suceden con rapidez. Son los reportes de las actividades de los candidatos de todos los niveles y de todos los partidos que han salido a la calle durante esa jornada.
Serán los que administren el Estado.
Clichés, frases hechas, tópicos. Algún exabrupto tan original como desafortunado: ¡El gobierno es el demonio! O pensamientos ecuménicos para quedar bien con todos a la vez: “Con la ayuda de la Virgen de la Altagracia, o de Jesucristo o de los santos que ustedes tengan…”
Se necesita el cambio. Se necesita el cambio del cambio. Es la lucha contra la corrupción. Ellos son más corruptos. Han destruido el país. Estamos construyendo país. El pueblo pasa hambre. Damos bonos, super bonos, mega bonos. Todos son el partido de las mujeres y los jóvenes.
Y así el noticiero entero. Avivatos metidos a políticos enganchados al poder de turno. Da igual. El que va a ganar es el mío porque me va a dar lo mío. Un Zorrilla en cada formación.
Nada nuevo, dirán ustedes. Sí, lo nuevo es que pasan los años y los jóvenes se apuntan al esquema. Da miedo oír a jóvenes candidatos con discursos tan vacíos, tan viejos. Es lo que el pueblo entiende, te explican. (Volvemos a la Educación…) Quieren llegar al cargo con los mismos métodos para obtener los mismos resultados. Funciona.
¡Ah! es que hay gente muy válida que no quiere entrar en política, sentencian. No; hay gente válida que ha entrado en política y lo hace bien. Pero el sistema se apoya en el bono clientelismo y eso anula cualquier conato de regeneración. Cuando pelean por quién es más clientelista, quién da más… es hora de cambiar de canal para no tirar el mando contra la pantalla.