Lo que se vivió el pasado fin de semana en la Zona Colonial no tiene nombre. Un desorden mayúsculo se armó tras la convocatoria de uno de esos influencers, que copió la fórmula de lanzar un anzuelo a sus seguidores para ir a buscar un premio.
Esa práctica, que provocó serios disturbios en Nueva York hace unas semanas, enturbió la paz de la Ciudad Colonial, un espacio en el cual confluyen dominicanos y visitantes para pasarla bien, estar tranquilos y alejarse de la rutina diaria.
Ese desorden, formado con esa intención desde el inicio, responde a esa impune cultura del teteo que se ha arraigado en la República Dominicana, sin que las autoridades tengan un plan claro de cómo enfrentarla.
Lo ocurrido allí, que hasta disparos provocó, no debe repetirse y la Policía Nacional debe encargarse de procesar a quienes convocaron semejante evento, sin contar con los parámetros básicos de civismo.
Los teteos no son la manifestación social que queremos para nuestra juventud. Su crecimiento sin control es la evidencia del fracaso en conseguir la integración de esos sectores, usualmente marginados, a la riqueza que el país ha ido registrando. Hay una tarea ahí, que inicia por procesar a los convocantes.