El manejo de la basura, su recogida y aprovechamiento y su disposición en los vertederos no se corresponde con el nivel de desarrollo que ha alcanzado el país en otros campos.
Campos, ciudades, carreteras y autopistas, playas y ríos en todo el país son un basurero desparramado que sorprende al que nos visita porque lamentablemente, el dominicano lo ha asimilado ya como parte del paisaje y de su cotidianidad.
La pobreza es además de un problema de salud pública obvio, un fuerte depresor del desarrollo. La pobreza no crea basura, pero la basura sí crea pobreza. Arrabaliza los sectores, ahuyenta la inversión, deprecia el valor de los inmuebles. Educarse, crecer entre basura, al borde de cañadas infectas no es la mejor manera de comenzar una vida.
Los esfuerzos que se han hecho, obviamente, son débiles o mal dirigidos. Sin duda, el primer responsable es el ciudadano incapaz de acomodarse a unas horas de recogida, hacer la separación de los residuos desde su casa y respetar el pago de la recogida. La sociedad debe ser más exigente con sus autoridades municipales.