Entre los mayores desafíos con los que lidia el periodismo moderno está la conducta que asumen muchas fuentes de información de usar las armas propias de la profesión en contra de los periodistas y de la libertad de prensa.
Uno de esos usos es el aspecto de la necesidad periodística de contar la otra cara de la historia que se trabaja. Cada vez se hace más complicado conseguir que los aludidos en una historia den la cara, porque se les recomienda la estrategia de callar o de negar la información para detener el proceso informativo, eso que se conoce en la cultura dominicana como el “paremos esa vaina”, que no es otra cosa que una forma de censura que se ha extendido peligrosamente.
Los intentos de “parar esa vaina” se han convertido en un accionar cuestionable entre políticos y servidores públicos, que recurren al silencio, a obviar llamadas y mensajes, y a la dilación en la entrega de documentación, para luego quejarse, cuando se publica, que no le dieron el espacio para presentar su punto de vista y pretender hacer quedar mal al periodista o al medio de comunicación que publicó la historia.
Esa es una estrategia premeditada, bajuna y poco democrática. Sepan quienes la usan, que los periodistas captamos sus intenciones y que cada vez caeremos menos en ese jueguito poco profesional, cuyo único objetivo es ganar tiempo, intentar minar la labor de los periodistas a todos los niveles y censurar al buen periodismo. Estos son otros tiempos y los periodistas nos debemos a la audiencia, que pide información al momento. Intentar detener una publicación con el juego del “respondo mañana” o no puedo hablar ahora, no es inteligente. El ritmo informativo actual requiere de una marcha rápida, que ha cambiado la mecánica pasada.
Antes se recibía una información, se confirmaba, se buscaba la otra parte y se rectificaba, si era el caso, para publicarse al día siguiente. Hoy la marcha establece que se recibe la información, se confirma, se busca la otra parte, y si esa parte no responde, se publica al momento, y sobre la marcha de añaden ángulos y se hacen las rectificaciones, si hicieran falta. Eso es lo que hay, así que es momento para dejarnos de jueguitos, por el bienestar del debate público.