La conversación sobre el sargazo con hoteleros, pescadores, ambientalistas y comunitarios termina siempre con una frase resignada: “Ha llegado para quedarse.”
Queda lejos todavía el momento en que se logre una solución, pues es un problema ambiental, económico, sanitario y social relativamente nuevo para el que nadie ha encontrado otra solución que poner barreras que lo aleje de las costas.
Primera dificultad: no hay un consenso para establecer las líneas de trabajo que se necesitan, aunque la reciente formación de una Mesa Multisectorial para su gestión es un avance importante. Hasta el momento, algunas universidades tratan de hacer alguna investigación para su reutilización, los hoteleros resolvía individualmente el problema de su línea de playa y los pescadores habían encontrado que bajo esas masas de algas se encontraba más y mejor captura.
El problema es grave para el sector turístico dominicano, motor de la economía de muchos otros sectores. Los viajeros buscan sol y playa y el sargazo es un invitado detestable.