La situación desesperada que se vive en Haití se traduce en más actos delictivos en la frontera con República Dominicana. En ese contexto hay que entender el pasado incidente, que resultó con dos personas muertas a manos de la policía haitiana en la zona franca de Codevi.
Los escarceos que se describen en los pueblos fronterizos, robos, amenazas, unos con más violencia que otros, por delincuentes que luego regresan a Haití, conviven con otra realidad. En los pueblos más remotos, los de más difícil acceso se constata una situación: familias dominicanas abandonan sus casas, que pasan a ser ocupadas por familias haitianas.
Son dos caras de una misma situación, la imposible subsistencia en un país sin control gobernado por bandas de delincuentes y/o paramilitares que manejan armamento pesado y millones de dólares.
El presidente Abinader ha vuelto a hablar, en tono más fuerte, sobre la injerencia de determinadas organizaciones internacionales sobre el derecho de la República Dominicana a repatriar indocumentados haitianos.
Y la ayuda sigue sin llegar.