De forma general la deserción abarca los casos de abandono de la escuela por los estudiantes antes de concluir la formación básica o media (bachillerato). En el país tenemos serias dificultades para establecer la cantidad precisa y el por ciento anual de deserción escolar. Y no resulta sencillo hacerlo pues no se trata de una simple resta de los alumnos de un año en relación al anterior pues en los alumnos que se inscriben o no en un determinado plantel escolar inciden factores que podrían distorsionar la cifra, como es el caso de los que migran de una ciudad a otra o de un plantel a otro o de la educación pública a la privada o los que dejan por uno o dos años la escuela y la continúan después. Esta situación se agrava por la ausencia de un número de matrícula estudiantil unificada con carácter nacional que abarque la educación pública y privada y a todos los estudiantes de cada una de las 18 regionales educativas del país. La matrícula única para todos los estudiantes del país, desde su ingreso a la educación formal y a lo largo de todo el proceso educativo, permitirá identificar quienes no continuaron el año siguiente, quienes se trasladaron de una región a otra, quienes pasaron de una escuela pública a un colegio o viceversa, así como los que retornan dos o tres años después de haber dejado la escuela.
Si de verdad hubiera real preocupación por el futuro de la educación dominicana, las altas cifras que presenta la deserción escolar dominicana debieran ser un motivo de alarma nacional a todos los niveles. Pero la permanencia de estas altas cifras años tras años, la falta de políticas efectivas para combatirla y su ausencia en la temática de la agenda nacional es evidencia que tal preocupación no existe, salvo en círculos aislados que le dan seguimiento al sistema educativo y muestran su malestar por el curso que lleva.
Hay que decir que el sistema educativo dominicano evolucionó positivamente de una inmensa mayoría excluida (a principios del siglo XX, para poner una fecha de referencia) hacia un proceso de masificación de la educación formal que conforme los datos oficiales hoy día tienen una cobertura de ingreso a la escuela a nivel primario de un 95% de los niños y niñas de 5 a 6 años de edad. Si embargo, al mismo tiempo en que se fue ampliando la cobertura de ingreso se fue produciendo un proceso de involución negativa creciente que se tradujo en que una parte de los estudiantes que entran a la educación formal por la puerta de enfrente, en unos pocos años salen por la puerta trasera de la deserción, sin haber completado su formación académica.
En el censo de 2010 (que seguirá siendo referencia obligada hasta que se revelen los resultados del censo que correspondía al 2020, si es que algunas vez se dan a conocer), se establece, de modo general, los siguientes datos referenciales: I) del total de estudiantes que ingresa al sistema educativo, solo el 15.4% alcanza inscribirse en la universidad ( en donde hay otro elevado porcentaje de deserción); II) en el nivel básico hay un 47.9% de desertores, y de estos el 37.5% se excluye antes de concluir este nivel básico y un 8.4% deserta luego de terminar el nivel básico. (Datos citados por Neilson y Taveras. “Deserción o exclusión escolar en la RD. 2016).
De igual modo, en un esfuerzo para tener una aproximación a la deserción escolar en el bachillerato, los investigadores citados, en su interesante ensayo, hicieron comparaciones de los estudiantes que tomaron las pruebas nacionales en los años que se indican más abajo. A esos fines establecieron que del número de estudiantes que participaron y aprobaron en el 2006 las pruebas nacionales, en octavo grado, solo el 47% tomaron a tiempo, es decir, 4 años después, las pruebas nacionales en el 4to de bachillerato. Agregan que un 8% de estos estudiantes tomaron las pruebas con un año de retraso en el 2011, un 3% en el 2012 y un 2% en el 2013. A partir de estos datos se puede inferir que, de los graduados en octavo curso en el 2006, en el 2013, se puede dar como un hecho que cerca de un 40% había desertado sin completar el cuarto de bachillerato.
En los años que siguieron a los indicados se produjo una ligera mejoría a la baja del porcentaje de deserción escolar, lo que se vino abajo, como conocemos, con la pandemia del COVID 19. Antes de examinar las cifras es necesario recalcar, a costa de ser reiterativo, que en materia de deserción escolar la pandemia vino a agravar una situación que por décadas viene arrastrando el sistema educativo dominicano y por tanto no es la pandemia la que la originó.
Para conocer la magnitud del nivel de deserción escolar causado por el COVID 19 tomemos como referencia el informe dado a conocer por la Dirección Nacional de Supervisión Educativa del Ministerio de Educación. El número de estudiante que quedó fuera de las aulas en el periodo 2020-2021 fue de unos 684,836 tanto en el sector público como privado. Esta cifra resulta del hecho de que en el año escolar de 2019-2020 se inscribieron 2,761,118 estudiantes mientras que en el año escolar 2020-2021 solo se inscribieron 2,076,282. Los niveles de deserción fueron desiguales, siendo las regiones más afectadas el Distrito Nacional que de 520,776 estudiantes pasó a 387 mil 928, para una diferencia de 132, 848 estudiantes; en la regional de la Provincia de Santo Domingo de 478,025 estudiantes solo se inscribieron 252,412, quedando fuera del sistema educativo 225, 613; en San Pedro de Macorís la deserción ascendió a 55, 445 al pasar de 201,235 estudiantes a 145, 790; en Santiago de 251,884 se pasó a 209,823 para una disminución de 42,061. En San Cristóbal la deserción fue de 29,371 al pasar de 192,592 estudiantes a 163, 221. En Azua la demersión fue de 27,421 al pasar de 131, 907 a 104, 486. En La Vega de 157,731 estudiantes inscritos antes de la pandemia, en el 2020-21 solo se inscribieron 118,069 para una demersión de 39,662 estudiantes. En las demás regiones la deserción estuvo por debajo de los 20 mil estudiantes, resultando que, en algunos casos, éste representó un alto porcentaje respecto del número de estudiantes de la regional educativa.
Sin lugar a dudas, las principales causas de deserción se deben a factores socioeconómicos que llevan a muchos estudiantes a comenzar a trabajar a temprana edad. Por eso la deserción es más alta en las regiones más pobres y es mayor en la escuela pública que en la privada y es más elevada en varones que en las hembras. En estas últimas incide mucho el embarazo en las adolescentes. Hay muchos otros factores que inciden también, como la falta de escolaridad o estímulo positivo de los progenitores o tutores, el bajo rendimiento académico del niño o adolescente, la distancia que separa al estudiante de la escuela en ausencia de medios de transporte seguro, como también la falta de condiciones en el plantel escolar. A sabiendas que la deserción se da principalmente por causa de estos factores externos, se hace posible definir políticas puntuales para revertirla.
Erradicar la deserción junto a la universalización de la educacion de la primera infancia, son los dos mayores retos que tiene el sistema educativo en el propósito de ampliar y consolidar su cobertura. Otra cuestión es lo relativo a la calidad en el sistema educativo que deberá ser tratado como tema aparte. l