Junio es el mes del sordo, así lo establece el decreto presidencial N.º 614 del año 1975 por el Dr. Joaquín Balaguer. Cuyas letras rezan: “Se designa el mes de junio como mes del sordomudo y del sordo”
La comunidad sorda merece todas las oportunidades que tenemos los oyentes y nuestro país debe ser más inclusivo en materia educativa, laboral, comunicativa e incluso gubernamental. Los sordos son inteligentes, capaces, trabajadores y pueden hacer cualquier cosa. Es decir, pueden estudiar, trabajar, manejar, entre otras. Lo explico, porque se tiende a pensar o a decir “porque es sordo” no puede hacer equis actividad. ¿Por qué no puede? La sociedad debe dejar atrás ese cliché y entender que son personas que un momento determinado también tendrán que enfrentarse a la vida diaria como lo hacemos los oyentes.
Pese al país contar con escuelas exclusivas para sordos y aulas específicas para ellos, siento que aún nos falta y debemos continuar apalancando la rueda en favor de ellos. En ese orden, me preocupa el egreso del sistema educativo ¿Qué sigue para ellos después de? ¿Qué pasaría con los sordos que deseen ir a la universidad y estas no cuentan con intérpretes? Esa es una barrera que paraliza la formación del sordo. La educación superior resulta costosa por partida doble: pagar la universidad y un intérprete. Las casas de estudios superiores deberían contar con intérpretes.
Siempre estaré a favor de los sordos, me debo a ellos y su formación académica. Además, totalmente comprometido para lograr en ellos ciudadanos útiles para la sociedad.