El presidente Luis Abinader firmó la semana pasada la Ley de Autismo que regirá esa condición en la República Dominicana, una propuesta de avanzada al ver su contenido.
Hay quien se ha opuesto porque entiende que el autismo no debe ser una condición diferente a otras, pero quienes esbozan ese argumento quizás no conocen que en las sociedades del primer mundo esa ha sido la tendencia, dado la complejidad de ese padecimiento.
Así que un gran primer paso ha sido que se haya reconocido que sacar al espectro autista y tratarlo por separado es la ruta correcta. En segundo paso, la ley reparte la responsabilidad entre las diferentes instituciones y reconoce la importancia de figuras como el cuidador. Como tercer punto, ordena los correspondientes estudios para determinar la tasa de prevalencia nacional.
Hay, sin embargo, un aspecto que debe mejorarse y es que los presupuestos no deben dejarse a merced de los ministerios y sus vaivenes. Hay que buscar una fórmula que sea constante y dé firmeza al programa. Además, debe haber un ente todopoderoso que se imponga por encima de las instituciones, para asegurar su colaboración. En esencia, es una ley buena en el papel, ojalá sea aplicada.