Mucho se habla sobre la menopausia, la época de la vida de una mujer en la que deja de tener menstruaciones, que llega cerca de los 50 años. Sin embargo, ¿sabías que muchos años antes de dejar de menstruar se pueden presentar síntomas relacionados a este proceso fisiológico?
A esto se le conoce como perimenopausia, que significa «alrededor de la menopausia». Según explica la ginecóloga Lilliam Fondeur (@lilliamfondeur), se trata de un periodo transicional hacia el final de la vida reproductiva femenina que precede a la última menstruación y continúa al menos un año después (ya que la menopausia se define en retrospectiva por una amenorrea de un año de duración).
En esta etapa, comienzan las manifestaciones endocrinológicas, biológicas y clínicas indicativas de que se aproxima la menopausia. “No es una enfermedad, ya que es un hecho biológico consecuencia del proceso natural de envejecimiento”, aclara la especialista en fertilidad y terapia sexual.
La perimenopausia puede iniciar entre uno a ocho años previo a la menopausia, por lo regular alrededor de los 40 a 45 años. Hay factores que influyen en que aparezca antes o después en algunas mujeres, como la deficiencia hormonal, la insuficiencia ovárica primaria, así como haberse sometido a una cirugía para extirpar los ovarios (ooforectomía), quimioterapia o radioterapia.
Otros causantes que cita Fondeur son los antecedentes familiares, el tabaquismo (las mujeres que fuman suelen padecer los síntomas de la perimenopausia uno o dos años antes que las mujeres que no lo hacen) y el peso, pues estar en el rango de peso insuficiente está relacionado con una menor cantidad de estrógenos, lo que hace que se agoten antes.
Estrógeno en la perimenopausia
El estrógeno es una hormona que juega un papel clave en la salud reproductiva femenina, incluyendo la pubertad, menstruación, embarazo y menopausia. Durante la perimenopausia, esta hormona disminuye por la reducción de la función ovárica, pero no de forma gradual y progresiva: los niveles suben y bajan de forma inestable, y son precisamente esos cambios los que dan lugar a síntomas como:
Sofocos y sudores nocturnos. Se presentan en la mayoría de las mujeres. Además de las molestias propias de los mismos, generan incomodidad por el estigma asociado y ansiedad por la imposibilidad de controlar su aparición.
- Atrofia del aparato genitourinario. Ocasiona dificultades y dolor (dispareunia) en la actividad sexual, problemas de incontinencia urinaria, necesidad de despertarse durante la noche para orinar (nicturia) y mayor propensión a infecciones.
- Sequedad de la piel y mucosas con disminución de turgencia y aparición de líneas y manchas.
- Insomnio, asociado a estrés y síntomas vasomotores (sofocos).
- Disminución de la libido, relacionada a la disminución hormonal y la dispareunia.
Asimismo, durante esta etapa las mujeres refieren dificultad en la concentración, alteraciones en el ánimo, angustia, irritabilidad y trastornos en el humor sin causa aparente, al igual que episodios depresivos. “También se encuentra un aumento en la prevalencia de los trastornos de ansiedad en las mujeres que la atraviesan”, agrega Fondeur.
Cómo se trata
Como no se trata de una enfermedad, sino de un proceso biológico natural, como explicaba antes la especialista, se requiere tratamiento solo cuando los síntomas influyen de forma negativa en la cotidianidad. “El tratamiento debe iniciar cuando los síntomas alteren la calidad de vida de la mujer”, dice.
Hasta ahora, la terapia sistémica con hormonas, que se presentan en forma de pastilla, parche para la piel, espray, gel o crema, óvulos y pellet, es la opción de tratamiento más eficaz para aliviar los síntomas relacionados tanto con la perimenopausia como con la menopausia.
A continuación, algunas recomendaciones que ofrece Lilliam Fondeur para contrarrestar el malestar que trae consigo esta etapa:
- Practicar ejercicios físicos, ya que se ha demostrado que realizar deporte cambia la química del cerebro.
- Mantenerse en el peso adecuado. Estar bajo peso se relaciona con una menor cantidad de estrógenos.
- Llevar una alimentación saludable. Es importante enriquecer la dieta en alimentos con mucho calcio, como lácteos desnatados, legumbres, hortalizas y cereales integrales.
- Realizar acupuntura. Las investigaciones sobre la acupuntura para disminuir los sofocos no son concluyentes, pero sí prometedoras.
- Practicar yoga y meditación. Ayudan a reducir el estrés, lo que, a su vez, ayuda a mejorar los síntomas de la menopausia.