La RepúblicaDominicana se escandalizó el fin de semana con la presentación de un reportaje de investigación de Nuria Piera, en el que desenmascaraba a una “doctora” con supuestos estudios de neurociencia en universidades británicas y que operaba un centro para tratar niños con necesidades especiales.
En el mismo programa desnudaron hace un par de meses a un director de un departamento de salud mental de un hospital público que nunca pisó una alma mater.
Los fraudes migratorios no sorprenden a nadie en el país, ni tampoco aquellos que están ligados con el deporte, que van desde presentar actas de nacimiento falsificadas hasta a llenar de sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento a los atletas y ponerlos a rendir como real y “limpiamente” no son capaces de hacerlo.
Eso, sin hablar de los eternos fraudes electorales que forman parte de la realidad local desde hace siglos, literalmente.
La cultura del fraude está arraigada en la sociedad dominicana a unos niveles que, simple y llanamente, dan miedo.
¿Qué vamos a hacer para cambiar esta realidad que tan mal habla de nosotros?