Tantos comentarios y reacciones en un sentido y en otro ponen a pensar. Como sociedad, nos queda mucho por aprender en cómo manejar, tratar y sobre todo ayudar en los casos de violencia machista o intrafamiliar.
El caso de Amelia Alcántara es uno de esos casos, que por afectar a personas públicas especialmente en redes e internet, ha desatado ríos de comentarios. La joven tuvo que dar toda clase de explicaciones, algo que no le corresponde en absoluto a una víctima. Además, los medios y las redes le “exigían” declaraciones, cuando no tiene por qué darlas y por último perdió el trabajo
Pero no solo perdió el trabajo sino que además hizo público (voluntariamente o presionada) su agradecimiento a la empresa que le había despedido. Inaudito.
Como sociedad, no sabemos cómo tratar y defender a las víctimas sin ponerlas a sufrir tres veces más.
Intromisión en su intimidad, descuido en el lenguaje al narrar los hechos cuando no burlas y morbo en las redes. Los últimos hechos violentos que han involucrado a personajes populares deberían analizarse para aprender a cómo no tratar los casos de violencia. Distinguir las víctimas de los agresores debería ser el primer paso.