Se nos acaba el agua, no es chiste, y me parece que no nos estamos dando cuenta o simplemente no queremos enterarnos a la realidad para no atormentarnos. El asunto está en que nada resolvemos con esconder la cabeza en el hueco y hacer como que nos desentendemos del problema.
El presidente Luis Abinader por fin puso el dedo en la llaga ayer, al decir que estamos ante los niveles de agua en las presas más bajos en 40 años. Esa no es una declaración que debe tomarse a la ligera e implica que hay que ponerse a mitigar con urgencia la falta de agua o vamos a enfrentar un panorama desolador tan pronto como en el verano. Los problemas de disposición de agua no se dan de un día para otro. Su raíz está en un pobre proceso de almacenamiento, en presas con falta de mantenimiento, en sistemas de distribución deficientes y en un manejo abusivo del recurso por parte de la población en general, eso incluye empresas, casas, oficinas, etc. O sea, cuando hay agua disponible, nos dedicamos a gastarla sin piedad.
Tenemos que cambiar esa conducta. Contrario a lo que se pueda creer, el agua no nos durará para siempre bajo las actuales circunstancias. Consumimos más rápido y en mayor cantidad que la capacidad que tienen los procesos naturales de regenerarse, lo cual se ha complicado con los componentes adjudicados al cambio climático, por lo que la ejecución de medidas de control se hace urgente.
Ese clisé que dice que el “agua es vida” no es para tomárselo a la ligera, porque es cierto que lo es. Sin agua no podemos hidratarnos, producir y preparar los alimentos, asearnos, mantener las industrias y el comercio, operar hospitales y escuelas, en fin, tener una vida en sociedad.
En el país existe un Gabinete del Agua que se ocupa de este problema, pero la realidad es que lo vemos como un problema lejano y no inminente.
El Caribe está entre los países con mayor riesgo a ser impactados de manera grave por los efectos del cambio climático y el agua es uno de los rubros más expuestos. Hay que moverse, no sea que se nos haga tarde y se imponga la tiranía de los tuberías secas.