Traer una vida al mundo supone ser una bonita experiencia en la vida de la mujer, pero en ocasiones se termina convirtiendo en una pesadilla por causa de los abusos y maltratos que reciben las mujeres durante la atención obstétrica de parte del personal médico.
Colocar medicamentos innecesarios, no informar sobre los procedimientos que se van a realizar, hacer una cesaría injustificadas, el abuso verbal, los partos inducidos, la retención en los centros de salud de parturientas y recién nacidos debido a la imposibilidad para pagar son algunos de los maltratos más comunes a los que se enfrentan las mujeres.
“La violencia obstétrica se refiere a las prácticas y conductas violentas normalizadas realizadas por cualquier profesional de la salud a las mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio, en el ámbito público o privado. La violencia puede ser física, verbal y psicológicas e incluye actos no apropiados o no consensuados”, así lo asegura la ginecóloga y obstetra Lilliam Fondeur en una entrevista para Diario Libre.
Discriminación de genero
La violencia obstétrica constituye una discriminación de género y representa una violación de los derechos humanos desde un enfoque de los derechos de la salud y de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, entendidos como derechos inalienables e indivisibles de los derechos humanos, según expone un artículo publicado por Gacetasanitaria.org y titulado “La violencia obstétrica: una práctica invisibilizada…”
Uno de los riesgos que expone Fondeur, sobre las consecuencias de ser víctima de violencia obstetricia es que este maltrato puede influir en su relación con el embarazo y el parto. Además, corren más riesgo de sufrir depresión post parto, estrés post traumático y sensación de abandono.
¿Dónde ocurre?
Lilliam explica que, tanto en el sector privado como en el público, se ve la violencia hacia las mujeres embarazadas. Aunque destaca que ocurre con mayor frecuencia en centros de salud pública por contar con mujeres menos conocedora de sus derechos.
La violencia se desconoce
“En muchos casos ni el médico, ni el camillero, ni el internista es conscientes de que está siendo violento. Ni la misma mujer se da cuenta de que es víctima de violencia. Todos lo percibe como algo natural”, dice Lilliam.
¿Cómo prevenir la violencia obstetricia?
La especialista plantea que para prevenir la violencia obstetricia es necesario identificarla, ya que, si no se es consciente de los derechos y los actos abusivos, pues la violencia continúa normalizada en los centros de salud.
“En este punto es importante empoderar a la mujer para que sepa cuáles son sus derechos. Defender el parto vaginal, defender la lactancia, defender el conocimiento en todo el proceso, cuestionar cuantas veces sea necesario por qué están poniendo un medicamento o por qué no se lo ponen. Defender el derecho que tienen a ser asistida o acompañada por su pareja, su madre o por otra persona”, dice.
Para el personal médico: el personal de salud debe entender que las mujeres tienen derechos y es un proceso fisiológico. Que hay que preservar la vida de la mujer y del producto (ese es el objetivo del embarazo) tener una mamá y un producto sano, pero es importante no abusar de los procedimientos como son: la cesárea, el exceso de medicamentos, etc.
“La mejor forma es concienciar a las mujeres, a su entorno y a todo el personal de salud sobre la importancia de que se respeten los derechos de las mujeres, y sobre todo que sea un trato respetuoso”, Lilliam Fondeur.
Señales de violencia obstétrica
- Episiotomías sin consentimiento
- Intervenciones dolorosas sin anestésicos
- Obligar a parir en una determinada posición
- Proveer una medicalización excesiva, innecesaria o iatrogénica que podría generar complicaciones graves.
- Prohibir el derecho de ser asistida por su pareja, madre u otra persona
- Violencia psicológica, en este caso dar a la usuaria un trato infantil, paternalista, autoritario, despectivo, humillante, con insultos verbales, despersonalizado o con vejaciones.