Los jóvenes (aunque, claro, hay excepciones) están cada vez menos dispuestos a dar la milla extra en el trabajo. No es simple percepción, y así lo confirma la tendencia del “quiet quitting”, que gana terreno entre las generaciones millenial y Z y preocupa a las organizaciones.
El “quiet quitting” o renuncia silenciosa consiste en hacer lo justo o necesario en el rol que se desempeña y no mostrar compromiso para la empresa. Así lo define la psicóloga industrial Liange Patricia Ramírez. Ella explica que, tal y como lo dice su nombre, esta tendencia consiste en no dimitir formalmente, pero actuar como si se hubiera hecho.
El término todavía no está reconocido por los diccionarios oficiales, pero el Urban Dictionary, web que recopila definiciones de nuevas palabras en jerga inglesa, ofrece dos significados para él: uno que coincide con el de Ramírez y otro que lo define como un “término creado por las compañías para hacer referencia a los empleados que desempeñan las tareas que definen su contrato laboral”.
Es entonces cuando se genera el debate. Mientras algunos expertos consideran que se trata de hacer lo mínimo para no ser despedido, otros entienden que consiste en cumplir estrictamente con el trabajo para el que se fue contratado, como una respuesta contra la cultura del ajetreo laboral. Esto deja claro que depende de la perspectiva de cada individuo.
En una publicación, la investigadora y socióloga Nilufar Ahmed sostiene que no cree que la gente esté ‘dimitiendo’, sino tomando la decisión de priorizar el equilibrio en sus vidas. La clave es sentirse realizado en el trabajo, indica a newtral.es, pero a la vez crear espacios de satisfacción fuera de él.
Para Ramírez, no es válido encasillar esta tendencia como positiva o negativa. “Cuando nos contratan nos dan una descripción de puesto que nos indica nuestras funciones y alcances con el rol”, dice. “Ahora bien, un colaborador comprometido busca mejoras en sus procesos y hasta en otras áreas de la empresa, quiere mantenerse innovando, no solo para su beneficio, sino para el beneficio de la empresa”.
Las causas
Hay muchas razones por las que puede surgir el “quiet quitting”. Puede ser por falta de compromiso, falta de retos organizacionales, mal ambiente laboral, beneficios no competitivos con el mercado o por situaciones personales que afectan la motivación de la persona. Por otro lado, están los que optan por renunciar silenciosamente porque quieren equilibrar su vida personal y profesional.
Las señales son las que permiten identificar cuál es el caso. “Cuando un empleado comete muchos errores, no se muestra interesado con proyectos relacionados a su rol, no ve oportunidades de mejora y en general, siempre se ve desmotivado, es porque está infeliz con su rol actual”, explica Ramírez.
Mientras que, si el empleado pide muchos permisos, solicita trabajar remoto o híbrido, muestra inconformidad de irse fuera de su horario laboral o asumir tareas que no están contempladas en su contrato, puede indicar que solo está poniendo límites para no hacer del trabajo su vida.
“Esto se ha visto en crecimiento a lo largo de los años, muchas empresas están optando por beneficios que apoyen el equilibro personal y laboral y así sus colaboradores se ven más comprometidos y felices en la organización”, resalta la psicóloga industrial.
¿Qué debe hacer una organización para evitar el “quiet quitting”? A consideración de la profesional, el primer paso es medir el bienestar organizacional, a modo de que los empleados se sientan valorados, a gusto y satisfechos. También sugiere crear o aumentar los beneficios flexibles y atractivos para la empresa, como los días libres, el trabajo remoto, los bonos por cumplimiento de metas y crear iniciativas orientada a la familia del colaborador.