El cineasta estadounidense Steven Oritt se propuso enfocar el Holocausto desde un ángulo diferente en su más reciente filme, «My Name is Sara«, basado en la historia real de una niña judía que supo tomar por sí misma las decisiones correctas para sobrevivir, según contó este viernes a Efe en Miami.
Oritt quiso que su primer largometraje de ficción se distinguiera de otras películas sobre el Holocausto por tratar del «daño colateral» y buscar una «conexión emocional» con un público joven que quizás no conoce tanto o no está tan interesado en esas historias.
Nacido en Miami Beach, donde tiene familia, y residente en Los Ángeles, el cineasta terminó su película en 2019, pero debido a la pandemia de la covid-19 no pudo estrenarla en salas comerciales de EE.UU. hasta este julio.
En Miami el estreno fue esta semana y para este sábado está prevista una proyección especial en el Tower Theatre, seguida de un coloquio con participación de Oritt.
«My Name is Sara» es una coproducción polaco-estadounidense con guión de David Himmelstein, rodada en Polonia y con un elenco formado por actores de ese país, entre ellos los premiados Eryk Lubos (Pavlo en el filme) y Michalina Olzanska (Nadia).
La protagonista es Suzanna Surowy, una joven sin experiencia como actriz profesional que Oritt descubrió entre más de 600 aspirantes en una de las audiciones.
Según cuenta en una entrevista con Efe, le impresionaron los ojos de la joven, que tenía entonces 15 años, pero también su respuesta a la pregunta ¿cómo pudo sobrevivir aquella niña judía en ese mundo atroz después de perder a toda su familia?
ESCUCHANDO MÁS QUE HABLANDO PARA SOBREVIVIR
Suzanna Surowy le respondió: «escuchando mucho y hablando lo justo».
Eso es exactamente lo que hizo Sara Góralnik, la protagonista de la historia real en la que está inspirada «My Name is Sara«, a la que Oritt conoció personalmente.
Sara murió en 2018 sin saber que las conversaciones que tuvo con el amigo de su hijo iban a servir para una película. El hijo de Sara, Mike Shapiro, le hizo prometer a Oritt que no se lo diría para no preocuparla y él cumplió su palabra, dice a Efe.
Sara Góralnik tenía 12 años cuando su familia fue asesinada por los nazis en Korets, una localidad ucraniana cerca de la frontera con Polonia, pero ella logró escapar haciéndose pasar por su mejor amiga, que era cristiana.
Así y después de un accidentado viaje llegó a un pequeño pueblo ucraniano, donde un granjero y su joven esposa la acogieron como niñera de sus hijos y donde descubrió un secreto del matrimonio que podía revelar su verdadera identidad y ponerla en peligro.
Oritt dice que Sara permaneció 3 años con ellos y cuando la zona de Korets fue liberada de los nazis por el Ejército ruso regresó allí y vivió un tiempo en una comunidad con otros sobrevivientes.
Se casó y tuvo un hijo, y en 1949 ella y su familia viajaron a Estados Unidos para establecerse en Detroit.
Según Oritt, que produjo su película junto a la entidad USC Shoah Foundation, Sara, que padeció de síndrome de estrés postraumático, cuando le contaba su historia lo hacía de una manera descargada de emociones, como si no fuera ella de quien hablara.
«Soy una persona muy emocional», dijo de sí mismo el cineasta para explicar por qué la película también lo es.
Al inicio del proyecto pensó en filmar en Ucrania, donde sucedió la verdadera historia de Sara, pero al final se decantó por Polonia porque encontró más facilidades y más recursos para el rodaje.
Antes de llegar a los cines, el filme recorrió el circuito de festivales. En 2020 ganó el premio del público por mejor narrativa en el Festival de Cine Judío de Miami.
Oritt, cuyos otros filmes son documentales, se declara «muy afortunado» por haber podido filmar la historia de Sara y subraya que el hecho de que sucediera en Ucrania, un país que enfrenta de nuevo una invasión, hace que «resuene más».