Su belleza exótica y sonrisa contagiosa son la carta de presentación de María Sosa (@maria__sosa09), una joven nacida en San Carlos en el seno de una familia humilde: su madre es empleada de limpieza de un reconocido hospital de la capital y su padre barbero.
Desde pequeña a María le atraía el mundo de la moda. Quería ser diseñadora, pero curiosamente nunca imaginó lo que Dios tenía en planes para ella: ser una de las que exhiba las creaciones de los diseñadores más reconocidos del mundo en pasarelas y revistas.
“Yo siempre fui muy alta y la gente era que me decía que debía ser modelo, pero yo nunca pensé en ser modelo”, admite. La vecina de su mejor amiga fue la que la convenció, cuando tenía 14 años, de probar suerte en un casting de la agencia Ossygeno Models. “Yo no quería ir, porque me daba miedo, por los mitos que giran en torno a esta carrera. Pero al final me decidí, convencí a mi madre y acudimos al casting”.
Al llegar al casting, se encontró con decenas de chicas que, ante sus ojos, eran mejores prospectos que ella. “Todas estaban maquilladas, yo no sabía maquillarme, estaban muy bien peinadas y con ropa acorde”, expresa. Pero a pesar de no haber ido tan ‘producida’ como las demás, el cazatalentos Sandro Guzmán vio en ella algo especial.
“No te diré que vio en mí seguridad, porque la verdad yo sentía que no encajaba”, comenta entre risas para luego continuar: “Pero creo que él vio mi humildad y que necesitaba esa oportunidad para seguir adelante. Además de eso, creo que mi postura y altura”, refiere.
María debutó en Paris para una de las grandes, la casa francesa Dior. El momento lo recuerda como una experiencia única y maravillosa. “Yo no me lo creía”, dice entre risas. A partir de ahí siguió conquistando la industria de la moda internacional: desfiló para Giambattista Valli, Dolce & Gabbana y Rokh, además realizó en Inglaterra la campaña de Mulberry y ha posado para importantes clientes comerciales en Paris, Milán, España y Londres.
Este trayecto la ha ayudado a aceptarse y amarse. “Al ser alta y flaca, lo que está lejos del prototipo de mujer dominicana, uno se siente diferente y hasta llega a ser víctima de bullying. Yo me hacía menos antes, pero Sandro siempre me decía ‘qué ellos tienen que tú no puedes tener’ y yo le busqué el sentido a eso”, expresa.
Sus sueños
Puede que tan solo tenga 19 años, pero esta joven beldad tiene muy clara su primera meta: comprarle una casa a su madre. “Aunque el barrio no es malo, yo quiero que ella llegue de trabajar y tenga un lugar donde pueda descansar, tranquila. Quiero verla bien a ella”. Luego de cumplir ese deseo, dice que le gustaría estudiar cocina y fundar su propio restaurante.